Comer no debería doler, una frase que parece muy evidente pero que para muchas personas es una triste realidad cotidiana. Digestiones pesadas, gases, distensión abdominal…Toda una serie de síntomas con los que, en demasiadas ocasiones, los que los sufren se resignan a convivir.

Detrás de toda esta incomodidad se esconden patologías y disfunciones que muchas veces son “invisibles”, como las alteraciones en la microbiota. Quienes las padecen han tenido que lidiar con el descrédito de profesionales que minimizaban la importancia de sus síntomas. Afortunadamente hoy día a muchos especialistas se les enciende “la luz roja” y ante sintomatologías difusas de carácter digestivo y cutáneo sospechan de este tipo de alteraciones. Hoy vamos a hablaros de una de ellas, el SIBO.

Ya sabes que en Panteff no solo horneamos, nos encanta hacer esta labor porque detrás de nuestros productos hay un claro interés por la salud, nutrición y alimentación consciente; interés que no solo trasladamos a la elaboración de nuestros panes, sino también a nuestros artículos.

Qué es el SIBO

Este acrónimo responde a las siglas en inglés para “small intestine bacterial overgrowth”, que traducido al castellano es sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.

Desde que se presta la atención debida a la salud del intestino, en las consultas médicas se diagnostican cada vez más alteraciones relacionadas con la disbiosis intestinal, de la cual os hablamos en un reciente artículo.

En el SIBO se da un crecimiento excesivo de las bacterias que pueblan el intestino delgado, zona que debería estar limpia de este tipo de microorganismos que sin embargo sí están presentes en el intestino grueso y el colon. Esta colonización se produce por un desplazamiento de estas bacterias a las “zonas limpias”.

Pero antes de profundizar en este tipo de disbiosis intestinal, recordemos una vez más qué es la microbiota, aunque si eres lector o lectora asidua a nuestro blog, seguro que esto te lo sabes muy bien.

La microbiota y el SIBO

¿Qué es la microbiota?  Este tema lo hemos abordado en mayor profundidad en nuestro artículo sobre la disbiosis intestinal, pero podríamos definirlo como ese conjunto de microorganismos que pueblan nuestro aparato digestivo. Todos estos seres vivos conviven en equilibrio, formando un ecosistema que vela por nuestra salud. Las funciones de la microbiota intestinal están ligadas al sistema inmunológico, pero también a la correcta asimilación de los nutrientes e incluso al sistema neurológico. Nuestro propio ejército de pequeños organismos que velan por la salud.

Pero como en todo ecosistema ha de haber un equilibrio para que funcione, y este ha de darse entre los diferentes agentes que lo forman. Si se produce un desequilibrio entre el tipo o número de alguno de los microorganismos, es cuando hablamos de la disbiosis intestinal.

Hay varios tipos de disbiosis y la que aquí nos ocupa es la producida por sobrecrecimiento de bacterias. Además, lo que diferencia al SIBO de otro tipo de disbiosis es el lugar donde se produce ese crecimiento excesivo, el intestino delgado. Esto es problemático debido a que la función de este órgano es la asimilación de nutrientes, por lo que es una zona donde no deben proliferar las bacterias. En condiciones normales, gracias a la acción del ácido gástrico, la motilidad intestinal y las enzimas pancreáticas, la población de bacterias no crece, por ello, cuando esto sucede, aparecen una serie de síntomas que pueden llegar a dificultar el día a día de quienes los padecen.

Síntomas del SIBO

Dada la amplitud de síntomas, a veces inespecíficos, es difícil hacer un diagnóstico rápido. Muchos pacientes se han visto peregrinando por consultas de atención primaria, digestivos y nutricionistas, que tardaron en dar con el diagnóstico correcto debido a lo difuso del cuadro clínico y a que la sintomatología es común a otros trastornos.

No obstante, podemos identificar una serie de síntomas que parecen darse de modo más general:

  • Distensión abdominal
  • Dolor abdominal
  • Cambios en la frecuencia en las deposiciones, diarrea o estreñimiento.
  • Exceso de gases y meteorismo
  • Nauseas
  • Halitosis
  • Pérdida de peso
  • Desnutrición por una mala absorción de grasas y proteínas
  • Heces explosivas, blandas y con restos de alimentos
  • Urgencia para defecar

Además de los síntomas digestivos, pueden asociarse otros síntomas sistémicos como:

  • Alteraciones neurológicas
  • Alteraciones cutáneas
  • Alteraciones menstruales
  • Intolerancias a otros alimentos

Dado que el SIBO suele asociarse a otras enfermedades se hace complicado discernir cuáles de los síntomas se asocian a una u otra.

Patologías que se podrían asociar al SIBO son: el síndrome del intestino irritable, colon irritable, trastorno celíaco, trastornos del sistema inmune, alteraciones de la acidez gástrica, obesidad o diabetes, entre otras.

Diagnóstioco – El test del SIBO

Una vez que hay sospechas, el diagnóstico más común del SIBO se realiza mediante el test del aire expirado.

Esta prueba consiste en la administración de lactulosa o lactitol para medir en el aliento la cantidad de hidrógeno y metano. Las células humanas no producen estos gases sino que lo hacen las bacterias al fermentar, por lo que los niveles de estos gases pueden ser indicativos de una alteración. No obstante se dan falsos positivos y falsos negativos con frecuencia.

Si con una prueba negativa se sigue sospechando SIBO, se puede determinar realizar una endoscopia. Hasta hace un tiempo se realizaban aspirados yeyunales para tomar una muestra de yeyuno, que se cultivaba de cara a observar el número de microorganismos presentes, pero sus elevados costes y su alta agresividad hicieron que dejara de utilizarse este método diagnóstico.

Factores de riesgo para padecer SIBO

Gracias a las recientes investigaciones sobre el denominado “segundo cerebro” que es el intestino, cada vez conocemos más su importancia y las alteraciones que le afectan.

Así se han reconocido una serie de catalizadores que podrían propiciar el SIBO y que responden a varios factores:

Demográficos

Hay un mayor índice de SIBO en población de mayor edad, debido a las alteraciones en la motilidad intestinal y el aumento en el consumo de ciertos medicamentos y narcóticos.

También la hipocloiridia (nivel bajo de ácido estomacal) aumenta con la edad, lo cual puede ser otro factor desencadenante.

Farmacológicos  

La disminución del ph ácido del estómago, asociado al consumo de antiácidos, es un factor desencadenante del sobrecrecimiento bacteriano.

Pero además todos los fármacos que interfieran en la motilidad intestinal, como los narcóticos, afectan de modo directo al SIBO.

Enfermedades gastrointestinales y sistémicas

La motilidad intestinal es fundamental para que no se de ese crecimiento bacteriano, por lo que cualquier trastorno que afecte a esta motilidad podría propiciar el SIBO, como por ejemplo el síndrome del intestino irritable, colon irritable, estreñimiento, fístulas, fisuras, diverticulitis, inflamación de la mucosa intestinal, etc.

Además puede asociarse a otros trastornos como diabetes, hipotiroidismo, enfermedad de Crohn, inmunodeficiencia, celiaquía y otras enfermedades autoinmunes.

Dieta y hábitos

Cuestiones como la dieta o los hábitos de las personas también pueden hacerlas más propensas a sufrir esta disbiosis. Tan importante es lo que le das de comer a tu cuerpo, como el modo en que lo usas, no estamos pensados para vivir en una silla mientras nos alimentamos a base de donuts.

La falta de ejercicio físico, que es clave para inducir la motilidad, afecta de manera directa a la salud de nuestro intestino. Ya lo sabes, muévete y moverás tu salud. También se ha demostrado que el exceso de azúcares propicia el crecimiento de bacterias y la inflamación de la mucosa intestinal. Ya tienes dos claves bien fáciles de abordar.

Tipos de SIBO

El SIBO no solo se debe al número de bacterias que crezcan, sino también al tipo de estas y a la alteración que se produzca en el resto de los microorganismos, que pueden no ser bacterias. Hasta el momento se determinan tres clases de SIBO:

  1. De Hidrógeno, donde proliferan las bacterias.
  2. De Metano, donde proliferan las archeas metanogénicas.
  3. De Sulfato, aún por determinar en estudios concluyentes.

Tratamiento del SIBO

El abordaje del tratamiento del SIBO ha de contemplar no solo la remisión de este, sino también su mantenimiento y modificar la causa que lo produjo para que no se vuelva a dar. Por ello es muy importante una serie de cambios en los hábitos, no dejaremos de insistir en que no solo eres lo que comes, sino que tu alimentación es la clave para la prevención de cualquier enfermedad. Come bien hoy y cuidarás de tu salud mañana.

Tratamiento farmacológico:

Lo primero que hay que hacer en el SIBO es reducir ese sobrecrecimiento bacteriano, para lo cual se prescriben antibióticos, eligiendo el más adecuado en función de si el test ha dado positivo en metano o en hidrógeno. En ocasiones el tratamiento antibiótico puede complementarse con antifúngicos.  A veces también es necesario administrar medicamentos que propicien la motilidad intestinal.

Tratamiento dietético:

se prescribe una dieta baja en FODMAP, donde se evitan los carbohidratos de rápida fermentación (alimento para las bacterias) y se controlan los fructooligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y monosacáridos fermentables. Sin embargo esta dieta ha de ser puntual ya que esta fibra fermentable se transforma en ácidos grasos de cadena corta en el intestino grueso, lo cual es muy importante para el equilibrio de la microbiota.

Dieta y alimentos naturales contra el SIBO

Mientras exista la patología, la dieta más recomendada es la baja en FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables)

Una vez controlado el sobrecrecimiento se puede empezar a suplementar la dieta con probióticos, prebióticos y simbióticos, para propiciar el crecimiento de las poblaciones de microorganismos que se hayan visto afectadas tanto por el SIBO como por el tratamiento antibiótico.

Es el momento de incrementar el consumo de alimentos que contengan prebióticos y probióticos. Si quieres saber cuáles son, te recomendamos leer el artículo que escribimos recientemente sobre ellos.

No olvides incluir nuestro pan en tu dieta, que gracias a su efecto prebiótico te ayudará a mantener el equilibrio de la microbiota.

¿Se puede prevenir el SIBO?

El SIBO es muchas veces una patología secundaria a otras, por lo que su prevención implica un abordaje global de la salud, empezando por el cuidado de la dieta.

No hay unos parámetros determinados que puedan ayudarte a prevenir esta disfunción, pero sí una serie de hábitos que al mejorar tu salud intestinal disminuirían mucho la probabilidad de que suceda:

  • Dado que la falta de motilidad intestinal es una causa principal, tomaremos alimentos que propicien este movimiento, como los ricos en probióticos.
  • Tratar de consumir alimentos que disminuyen el crecimiento de microorganismos nocivos, como el ajo, artemisa o tomillo, que combaten el crecimiento de hongos y bacterias.
  • Disminuir los azúcares y alimentos procesados, que favorecen la inflamación de la mucosa y son el alimento preferido de las bacterias.
  • Realizar ejercicio de forma habitual.
  • Disminuir los niveles de estrés, ya que se ha comprobado que pueden afectar a la microbiota al producir alteraciones en la motilidad intestinal y su inflamación.

Desde Panteff seguimos horneando nuestros panes y nuestros próximos artículos. Si hay algún tema relacionado con la salud, la dieta o los hábitos de vida que te interese, cuéntanoslo y nuestro equipo de asesores y redactores se pondrá “con las manos en la masa”.

Si quieres profundizar más en este tema, te recomendamos algunas de las fuentes que hemos consultado para la redacción de este artículo.

Fuentes consultadas:

Departamento de Endocrinología de l’Hospital Universitari Dexeus.

Portal para la comunidad médica Intramed

National Library of Medicine (NIH)

Science Direct

Centro de nutrición Julián Farre

MAPFRE salud

Revista Alimente